los manavai

Los manavai son sencillas estructuras formadas por muros dobles de piedras en bruto, rellenos con cascajo, y de planta más o menos circular, que se elevan alrededor de 1,5 m de la superficie del suelo, encerrando de esta manera una pequeña área de cultivo que normalmente es inferior a los 10 m2.

Si los famosos moai y ahu de Rapa Nui constituyen los símbolos de las conquistas tecnológicas y sociales de la antigua cultura isleña, los manavai, en cambio, representan los esfuerzos por sobrevivir en un medio ambiente crecientemente modificado.

Además de los manavai más comunes, los superficiales, existen manavai de tipo subterráneo, construidos en el interior de una cavidad natural o artificial.

En este caso, las paredes interiores están cubiertas con un simple muro de contención; en general son de mayor profundidad que los de tipo superficial. Unos cuantos manavai son de tipo semi subterráneo.
Aunque no existen las condiciones para lograr un fechamiento concluyente de estas estructuras, el origen o al menos la proliferación más bien tardía de los manavai en la secuencia histórica de Rapa Nui se puede apreciar en el hecho de que muchos de estos fueron levantados alrededor e incluso sobre ciertos ahu moai, lo cual habría sido imposible durante la época en que estas plataformas todavía se consideraban sagradas y estaban protegidas por las leyes del tapu (lo prohibido o sagrado).
Se han registrado alrededor de 1.500 de estas estructuras agrícolas por toda la isla, las cuales normalmente forman parte de sitios habitacionales. Hay manavai aislados, pero también agrupaciones de 6, 8 o más de ellos, incluso hasta unas 50 estructuras.

Parte de los manavai todavía conservan plantas derivadas de los cultivos antiguos que allí tenían lugar.
El microambiente húmedo y protegido del viento que ofrecen los manavai favorece de manera notable el crecimiento de las especies plantadas en su interior.

Los manavai habrían surgido como una respuesta adaptativa frente a importantes cambios ecológicos ocurridos en la isla a partir del s. XVI, que conllevaron una sostenida disminución del rendimiento de los campos.

Así, proteger las plantas del sol y el viento, junto con retener la humedad del suelo, llegó a ser un imperativo, puesto que la sociedad isleña dependía para su sustento principalmente de la actividad agrícola. Los manavai representaron un esfuerzo colectivo por enfrentar estas nuevas condiciones en el frágil medio ambiente insular.
En todo caso, y a pesar de la abundancia relativa de estas estructuras, es evidente que se continuó cultivando a campo abierto, como lo demuestra el testimonio de los primeros navegantes que visitaron la isla los siglos XVIII y XIX. Por esto es razonable considerar que los manavai eran estructuras agrícolas especializadas destinadas a ciertos cultígenos, como la caña de azúcar, toa, el plátano, maika, la calabaza, hue, y, sobre todo, el mahute, arbusto con cuya corteza se elaboraba una tela para la confección de capas, taparrabos y otros artículos.

Debido a que muchos de los manavai son de dimensiones modestas, por ejemplo con un diámetro de 2 a 3 m, hay investigadores que sugieren que estas estructuras también pudieron haberse utilizado como viveros para la crianza de plantas que eran posteriormente cultivadas en campos abiertos o tal vez en manavai más grandes.

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